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Emilse Mancebo nació en Buenos Aires. Hija única, desde muy chica se hizo amiga del miedo y lo convirtió en su zona de confort.
Creció en la soledad de una casa inmensa, habitada por fantasmas. La madre, sonámbula, nostálgica y supersticiosa, solía recordar a los difuntos con tanto ímpetu que sus presencias se volvían palpables. El padre, gallego, criado en una aldea lejana y misteriosa, contaba historias de la Santa Compaña, de As meigas, y de un cura que se cubría con una sábana y salía a merodear el camposanto.
Influenciada por Dickens, Wilde y Poe, fascinada por Drácula, ya en la escuela primaria jugaba a escribir relatos lúgubres.
En este, su primer libro de cuentos, expone lo insondable y ominoso del ser humano, revela los temores que la atormentan, y crea historias a partir de sus propias pesadillas.
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